Es momento de redoblar nuestro apoyo: la solidaridad a través del financiamiento en Centroamérica

 

Por Clare Gibson Nangle, Fund for Global Human Rights

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América Latina es una de las regiones más peligrosas para quienes se dedican a la defensa de derechos humanos. En 2020 fueron asesinados Cientos de defensores y defensoras y la mayoría de los asesinatos continúan impunes. Actualmente, en países como El SalvadorGuatemala, and Honduras—cuyos gobiernos autoritarios ligados a grupos corruptos atacan directamente a ambientalistas—los y las defensoras enfrentan retos sin precedentes y riesgos enormes a su seguridad e integridad.

En este contexto, la comunidad de donantes puede ayudar. Para las personas defensoras en situaciones de riesgo elevado es imposible lograr avances en su trabajo cuando tanto su bienestar físico como el emocional se encuentran constantemente afectados. Recientemente el Fondo para los Derechos Humanos Globales realizó un mapeo de redes y mecanismos de protección para personas defensoras en Centroamérica y claramente se necesita que los donantes aumenten su apoyo de manera urgente a servicios de protección y de atención psicosocial para los y las activistas.

Por esta razón, una coalición de donantes en la que participa el Fondo ha propuesto una nueva cláusula de solidaridad en los donativos a contrapartes de sociedad civil en Centroamérica. Estamos haciendo un llamado a todas las fundaciones y demás donantes para que incluyan en sus donativos recursos para cubrir las necesidades de protección de las organizaciones y de las personas defensoras. En estos momentos de erosión de las democracias en la región se requiere que la comunidad donante refuerce su solidaridad con la sociedad civil de los países centroamericanos. Aunque cada país tiene retos específicos, existe un patrón claro en toda la región, pues los grupos en el poder continúan debilitando los procesos democráticos, las instituciones del poder judicial y silenciando toda oposición y fuente de disenso.

Estos factores propician que la corrupción y la delincuencia aumenten y éstas son a su vez dos de las fuerzas principales que amenazan la labor y la vida de las personas defensoras. Sin la protección del Estado y con sistemas de justicia anquilosados, los y las defensoras de derechos humanos cuentan con escasos mecanismos de salvaguarda.

Dentro del Central America Donors Forum, que tuvo lugar en octubre de 2021, cinco especialistas en derechos humanos y en filantropía—Miguel Pulido de Creatura, Ximena Andión Ibáñez de Ford Foundation, Mónica Enriquez-Enriquez de Foundation for a Just Society, Arturo Aguilar de Rockefeller Brothers Fund, y Ricardo González del FGHR—presentaron cuatro formas concretas en las que los donantes pueden demostrar su solidaridad de manera tangible hacia las contrapartes con las que trabajan en la región:

Primero, la protección es de vital importancia. La comunidad de donantes debe incluir consideraciones de seguridad y de protección en todos los donativos que otorguen. La propuesta de la cláusula de solidaridad implica incluir cierta cantidad de recursos para ser utilizada en emergencias, específicamente en situaciones que pongan en riesgo la seguridad de las personas.  Lo anterior permitirá que los y las activistas puedan contar con un respaldo material en momentos de crisis. Además, para entender mejor la constelación de riesgos que enfrentan las personas defensoras, los donantes deben realizar mapeos y análisis de riesgos y compartirlos con sus contrapartes. Documentar la naturaleza y magnitud de los riesgos es un paso necesario para lograr mitigarlos. Lo anterior permitirá que las personas defensoras puedan recibir apoyo vital en momentos de crisis.

En segundo lugar, los modelos de financiamiento de las fundaciones y otros donantes deben adaptarse a las dificultades y la complejidad del terreno en el que operan las contrapartes. Eso significa que tanto el tipo de apoyo como la forma en que se otorga deben responder a las necesidades de las contrapartes. En contextos complejos como los que se viven en los países de Centroamérica las personas defensoras deben poder actuar con agilidad y la mayor rapidez posible. Los donativos con restricciones y de corto plazo no se adecúan a esta realidad. En cambio, el financiamiento flexible y de largo plazo basado en la solidaridad contribuye de mejor manera a soluciones gestadas desde la base y desde las comunidades y actores que lo reciben y lo utilizan.

Tercero, la solidaridad debe ir más allá de la contribución a la seguridad de las personas defensoras. Los gobiernos en la región han adoptado medidas legales y extrajudiciales que afectan los derechos de las personas defensoras de tal manera que muchas de ellas se han visto en la necesidad de salir de su ciudad o estado de residencia e, incluso, salir de su país en busca de una mayor protección. Pero asegurar su sobrevivencia es solamente el principio. Existen redes transnacionales de protección que ofrecen apoyo a los activistas desplazados tanto para su reintegración como para facilitarles que continúen su trabajo de defensa si así lo deciden.

Finalmente, la solidaridad entre donantes es también una pieza importante. En ese sentido, el Fondo para los Derechos Humanos Globales ha creado un fondo en honor de dos queridas colegas que murieron en un accidente automovilístico en Guatemala. Hoy, el legado de ellas vive en el Fondo “Ana Paula Hernández and Sally O’Neill Memorial Fund”, (“Fondo Hernández O’Neill” con el cual se otorgan apoyos a personas defensoras de América Latina que se encuentran en situaciones de riesgo. En casos en los que alguna fundación u otro donante no esté en posibilidad de incluir la cláusula de solidaridad en sus donativos, les invitamos a contribuir al Fondo Hernández O’Neill a fin de apoyar la seguridad y protección de sus contrapartes en la región.

Este es un momento difícil para los derechos humanos en Centroamérica. Pero en cierta forma los embates que realizan los gobiernos son también un reflejo a los avances considerables que ha logrado la sociedad civil en la región. Es indispensable mantener la esperanza y, como donantes, debemos apoyar a nuestras contrapartes y socios con recursos y desde nuestra posición de privilegio. Empecemos por sumar nuestros recursos para ofrecerles el apoyo necesario para mantenerse a salvo.

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